Sofía tiene los senos
pequeños, como de niña. Las blusas del colegio son tan anchas que casi no se
les notan. Las blusas las usamos por igual los chicos y las chicas. Sofía tiene
16 años y las blusas las venden en proveeduría, igual las medias y el
calentador porque son parte de nuestro uniforme. El uniforme es espantoso pero Sofía
es muy bonita y le queda bien todo lo que se pone. La parada cuesta lo mismo
que diez hamburguesas con papas fritas. Sofía odia las papas y el melloco, y
hubo una época que le dio por hablar con acento colombiano. Lo que le gusta es
su calentador porque tiene el logo de Nike y los zapatos Fila de color blanco
que dice que el papá le compró en los Estados Unidos. Por supuesto, nadie le
cree. A nadie le gusta la clase de educación física. Nadie soporta el sol.
Sofía vivió un tiempo en Medellín, un día se aburrió y regresó para acá. Mi
modo de hablar puede resultar un poco extraño, sin embargo, uno termina
acostumbrándose a todo, incluso a vestir un barril con dos tirantes como
uniforme diario.
Una vez fui en bus a Quito.
El viaje tardó ocho horas. Me quedé una semana. Fue extraño, pero me pareció
que el tiempo dentro del colectivo fue mayor que el de las vacaciones. La clase
de educación física dura 45 minutos. Cuando corres bajo el sol, el tiempo se
detiene y sientes que eres un huevo arrastrándote sobre un sartén ardiendo.
Sofía discutía con la maestra. Se rebeló. No quería trotar un paso y menos bajo
el sol. Tenía los brazos en jarras, como si ella recibiera las disculpas de la
instructora. No tenía las manos en la cintura, sino en los glúteos. Debíamos
estar a unos cien metros de distancia, pero la distinguíamos con claridad. Las
mujeres en las películas porno tienen la misma pose, la única diferencia es que
están desnudas y gimen cuando alguien les toca el codo. Sofía estaba doblemente
vestida porque encima de la blusa usaba un suéter. Una vez vi una película
porno y la chica que aparecía era idéntica a Sofía, se reía igual, tenía los
mismos ojos. Parecía que sí, pero no.
Las nalgas de Sofía son
grandes y paraditas. Vistiendo el calentador Nike me acordaba de las chicas de
las películas porno cuando estan vestidas. En Marathon hay calentadores verdes
y blancos. Con cien dólares puedes llevarte uno de cualquier color. Vaquero
dice que puede correr una hora sin cansarse a la vez que resuelve mentalmente
el quinto caso de factorización del álgebra. Simón, que vivió un tiempo en los
Estados Unidos, dice que allá un calentador Nike puede costar el doble que
aquí. Higón dice que Sofía está bastante rica y que sí le metería la mano.
Érika dice que siempre hablo yéndome por las ramas. Sofía me dijo anoche,
mientras hablábamos por teléfono, "espérame a las cuatro donde ya
sabes". Y aquí yo estoy, en la heladería frente al colegio, sin embargo
creo que todos mienten.