lunes, junio 27, 2005

el último de la fila.

Allí seguían las lámparas de plata de Transilvania en el techo clavadas con la seguridad de que nunca se desprenderían por la mano solícita de otro que se ofreció puerilmente cuando ella en la puerta del apartamento se quejaba de que pobre de mí que no tengo quien vele por mi seguridad y necesidades que son pocas, qué haré entre estas cosas de hombres con mis frágiles de manos de mujer y él dejó de hacer lo que estaba haciendo, el automóvil parado sobre sus cuatro gatas hidráulicas tuvo que esperar mucho tiempo hasta que se desocupara el hombre que corrió en su auxilio para poner las cosas en su cuarto de acuerdo con el criterio de ubicación que ella aprendió de las revistas de moda que leyó en las tardes de más sol para no pensar que estaba en la ciudad del humo y polvo sino en una playa exótica donde se aparecía ese descamisado para mover de un sitio a otro la lavadora como si fuera de juguete, cambiar por duraznos el color de fresa de las paredes con tanta eficacia como si cerrara una puerta, arrancar el suelo de concreto como si se tratara de hojas de papel y reemplazarla por la mullida alfombra que ahora imitaba el sueño de los grandes mamíferos en la atmósfera de hielo seco de la habitación en la mañana de nieve. Se acordaba de los bombillos inalcanzables que él alcanzó de un salto elástico mientras ella, con un vaso de ensalada de frutas enlatadas, le iba señalando con el dedo el lugar de los objetos en el techo. El obedecía con tanta humildad que parecía un esclavo y fue así como obtuvo la confianza suficiente para decirle que no seas bruto, hombre, más cuidado con esos cristales de China que fueron confeccionados a mano en mas tiempo del que le tomó a Dios la creación del mundo, le dijo que fíjate bien donde pones las patas, pendejo, no vayas a dañar los tejidos de puntos ciegos de musulmanes cristianizados en la India que hilaron esta alfombra con más cuidado y más precisión que el engranaje secreto del universo, le gritó desesperada que casi me destrozas la vajilla de barro cocido a fuego lento por el rescoldo de la sabiduría vaporosa de los incas que aprendieron sus buenas artes de Atahualpa, carajo. Así que el hombre estuvo aprisionado a sus órdenes por mucho más tiempo del que le hizo falta, aprovechándose de su buen corazón hasta que ella misma se convenció que no lo resistiría otro día más sin enamorarse de él. Lo agarró de la camisa y lo bajó de la escalera en la que se había trepado para arreglar unas fisuras del techo, lo sacó por la puerta a empujones, sin agradecerle, con la única dicha de saber que te llamo cuando vuelva a necesitarte, quédate afuera si quieres. El se quedó afuera atosigándola con flores y cartas deslizadas en silencio por debajo de la puerta. La persiguió con recados indeseados hasta que después de tanto desengaño en el supermercado, tanta frustración a la salida de la universidad, tanto despecho por las mañanas, tanta amargura en sus tardes, tanto amor en los sueños y tanto coraje en las pesadillas llegó el día fulminante en que ella le dijo en su cara que ya no, hasta aquí cholito, ya me fastidiaste bastante, pégate un tiro si tanto te quieres morir por mí al que finalmente él accedió en la penumbra lúgubre del llanto sin consuelo en el cuarto de tinieblas mientras escuchaba el último pensamiento de la última frase desgastada en el carrete de la memoria que ella le cantó con su extraña voz de muchacho adolescente, ya no te quiero. Ella nunca pudo escuchar el disparo distante que asustó a los vecinos, los gritos de pánico que alertaron a la policía, no se enteró del cuerpo que fue sacado entre cuatro en la hamaca improvisada por unas sábanas blancas ensopadas de sangre, nunca supo del funeral del infortunado, nunca vio las flores de tristeza, los adioses de dolor de quienes lamentaron su temprana partida porque era un buen hombre, porque era sano y su corazón limpio porque yo lo conocí de toda la vida señorita periodista, porque ella se olvidó de él hasta aquella tarde de congelación en que su recuerdo la persiguió y ella se lamentaba metida entre los colores sofocantes de sus edredones si por lo menos estuviera ese tipo tan complaciente que se desvivió por tantos meses para servirla y que ella ni siquiera tuvo la delicadeza de preguntarle el nombre, dónde se habrá metido ese pendejo, si por lo menos le hubiera pedido el número, qué tontera.

miércoles, junio 15, 2005

ese moño.

Como todos los días de mis desmesurados días idénticos ayer tuve un taller grupal. Participaban muchas personas a quienes no vale la pena mencionar porque ustedes no las conocen y porque la sapada es grande y no falta quien vaya con vientos infidentes a calentarles las orejas a quienes no debieran de que hay un compañerito suyo que habla pestes de ellos. Y esto va para la gente del curso que se quiénes* son, cuántos son, cuándo están y cómo desquitarme.

Tamara estaba en ese grupo y andaba sonriente y alegre, hasta me hizo bromas, hubo quien mencionó que el libro de las Putas Tristes es muy interesante y yo dije que yo lo tengo y Tamara dijo que a ver cuando te sacas el de las Putas Alegres.

La semana pasada le dio una rabieta y yo muerto de la risa y eso más la amargaba. Para molestarla fue José Tumbaco quien se puso en guardia como los boxeadores. Hagámosle un círculo a ver quien gana, dije. Eso la hizo enfurecerse más todavía y terminó yéndose. Llegó hasta el umbral de la puerta donde mi compañero la detuvo con muchas disculpas y diciéndole que todo era una broma.

En ocasiones ella me mira gracioso y veo una estrella lívida en el cielo de sus ojos, me conmuevo, de repente le digo cosas que sé que la halagan. Pero otras veces se siente superior a mí, como que intuye que me gusta y que eso le diera alguna ventaja, quiere imponérseme, entonces me siento defraudado y me hago el pendejo y le digo sí con una sonrisa indestructible a todas las bromas que tratan de achicarme.

Tiene un enamorado que la cuida como si fuera de oro y cuyo único oficio conocido parece ser el de ser su sombra, no estudia con nosotros, pero nunca falta a clases de ese modo se aparece en la mesa de la cafetería opinando cómo debemos llevar una investigación o de manera espontánea en las escaleras y con mala cara cuando se ha demorado en salir.

Y esas son todas las mentiras que mi fuero constitucional de ciudadano de bien me permite contar. A propósito de mentiras, he sido de tantas formas en el transcurso de mis años que hasta yo me olvide cómo era al principio.

jueves, junio 09, 2005

un nuevo día.

La tarde de ayer jugó la selección nacional de fútbol, no resistieron ni cinco minutos que les metieron el primer gol, al final del partido perdieron tres a cero. Todas las ilusiones y esperanzas que había puesto en ellos los principales poderes del estado, radio, televisión y prensa en más de una semana de fábulas se han transformado en reclamos.

Es así como esta mañana miraba en la televisión los análisis deportivos y sacaban las cuentas alegres de que para no perder el rumbo del mundial de fútbol los Brasil se murieran de un soplo devastador de dengue al visitar los barrios pobres de Guayaquil, y que a los Bolivia por economizar el avión los arrasara la guerrilla en la frontera en una emboscada por tierra, y que los Chile y los México y todos los países de la región de Hispanoamérica los matara un colapso de enfermedades impunes y ataques a los cuales los mismos periodistas se ofrecían inconvocar con las estampitas certeras de las metrallas de sus sicarios personales.

Y ya, no quiero volver a escuchar que aquí no se habla de fútbol.

lunes, junio 06, 2005

se busca.

Una computadora puede tener mucha mega y mucha giga pero esta comprobado que a la hora de las vainas eso es lo primero que lo friega a uno. Pues, ayer se me comió lo que por tanto tiempo me costó y con lo difícil que es para mí escribir cosas originales.

Había terminado de escribir de treintaicuatro páginas listas para imprimir. No imaginaba otro sitio en el mundo más seguro que la memoria de la compu. Lo que más me duele es que se me perdieron sin oportunidad de rescate tantos párrafos que me dieron tanto problema y de los cuales me sentia muy orgulloso y no aparecieron por más que recé de memoria la oración de la Gran Maestra y Maga Girófora de las Tinieblas que mantienes a los perros en la casa y las obligaciones en el trabajo, bendíceme, guíame con tu mano. Pero nada.

Anoche mismo llamé a Técnica en Computación y Periodista de ocho a once Anita y nos quedamos hasta la media noche, encontramos el archivo, pero no lo pudimos abrir, me salía que fue removido de su sitio en mis documentos cosa que es completamente falsa Doctora Anita porque no lo he tocado para nada que no sea actualizar lo que escribía. Que se me hace que le cayó virus a tu compu, me respondió. Pero no creo, según mi etapa de la negación de adolescente embarazada me indica que yo siempre le paso el Norton.

El primer capítulo no me convencía mucho y de todos modos pensaba en reescribirlo. Si ustedes se dan cuanta en el primer capítulo se plantean muchas cosas que suceden en el transcurso de la historia de la cual ni yo mismo se cómo ira, pero voy. No me gusta hacer trampas y dar giros inesperados, creo que las cosas que escribo son muy predecibles, sin embargo, el arte no está en lo ingenioso de la historia, sino en la escritura que es como ustedes han visto que es, muy exagerada y que a veces siento que la mano me calca muchos aspectos del Otoño del Patriarca. El sentimiento de culpabilidad es menos intenso en el blog, por supuesto, donde cojo lo que se me antoja sin tener que rendir cuentas del copy rigth.

Así que si alguien sabe cómo recuperarlo le estaré muy agradecido, cualquier información sobre el perrito desaparecido por favor escriba a ricardotobar@hotmail.com

viernes, junio 03, 2005

XXV

CANDY BELÉN cumple años hoy, es por eso que como rey absoluto de este blog ordeno que hoy sea el día de tu onomástico y no me importa contrariar a las leyes del calendario y modificar el espacio de los meses y corregir el tiempo de los días de los años que no llevan tu nombre, para que lo celebres hoy y no otro día como te escuché que alguien dijo que tu dijiste =P

Te mando un beso muy grande que desafía los vientos más terribles de los desiertos de los manglares y sobrepasa las llanuras de los bosques de las cordilleras de coca de América Central y se pierde en los horizontes sin fin de los atardeceres lejanos en la antigua ciudad de Monterrey, allá donde cortaron a Violetta.

cortesía de Candy Belén.

Que pases feliz cumpleaños y que te recuperes de todo mal, amen.