sábado, septiembre 24, 2005

allanarse.

La semana pasada hubo una evaluación en mi trabajo. Por tres días seguidos tuve que reportarlo todo, el listado de los médicos, las farmacias y todo lo que tuviera que ver con asuntos de enfermos. Hubo contadores que estuvieron contabilizando hasta las sobras del almuerzo. Qué trabajo tan horrible, pobre gente.

Luego tuve que verle la cara a la gerente o gerenta o como sea que se diga. Ella me dijo con un tono solemne, debo darle sus resultados. Me embargó en tremendo sentimiento de alivio, pensé, me van a despedir. Pero no, sólo era un llamado de atención. Que mi productividad ha bajado y cómo no, si me la paso haciendo las tareas en la revista.

A la mitad de mi carrera aún temo desconocer cuáles son mis aptitudes. Una de las muchas evidencias apunta para zapatero. Por ejemplo, ayer Tamara andaba arrastrando un pié, se le había dañado un zapato. Por más que busqué en todos lados no encontré un solo clavo, ni una gota de cemento de contacto porque se lo habían consumido los organizadores de la casa abierta. Tocó arreglarle con lo que tenía a mano, chicle y babita. Imagínense, y luego dicen que los hombres no servimos para nada. Con tal antecedente también puedo aplicar para médico de hospital rural.

Pasando a otros temas de mayor interés, anoche llegaba a mi casa a la media noche. Sentía gotitas de agua en la cara. Se me ocurrió, quién será el mierda que está escupiendo a la calle. Luego, cuando vi el patio empantanado en una densa neblina, descubrí que resultó ser la primera tentativa de lluvia tras varios meses de sequía.

URGENTE:
Esta noche es la final del Gran Hermano y con eso termina el motivo de todas mis guerras y el objeto de todas mis luchas. Al menos hasta que empiece la nueva temporada. Para entonces espero no haberme metido para cura.

domingo, septiembre 18, 2005

la reportera sexi.

Andrea es Melissa y tiene una columna diaria en el Súper. El periódico se publica desde hace más de un mes. Lo que no sabía y vine a enterarme hace unas semanas es que mi amiga, la que se sienta en la banca de más adelante, la que soporta todas las horas de clases bajo el mismo cielo de ventiladores giratorios, la que no registra una falta grave en el historial infame de nuestro curso, es la responsable que las personas vayan en los buses con la cara metida en el diario como si estuvieran enterándose de su porvenir, los que cruzan la calle mientras leen sin mirar por dónde se pierde el auto de latas sueltas que por poco se los lleva, los señores ocultos bajo la sombra del parasol del periódico abierto de par en par en las esquinas, las señoras que esperan el verde del semáforo y fuman a la vez que tienen doblada a la mitad la crónica de la historia del amor de hoy. Todos iban sumergidos en la última noticia que siguen como si fuera la suya, yendo de un lado para otro con el periódico bajo el brazo, mientras yo pienso pero qué gente tan rara, si parecen bloggers. Supe que era ella quien las escribía cuando un día de hace dos semanas llegué a la universidad y me preguntaron que si ya la había visto a Andrea y yo dije que qué pena pero hoy no vino a clases, pero no fue así porque alguien abrió el periódico en la última página y dijo aquí está y yo la vi, y era ella fotografiada con una pluma en la mano, sonriendo desenfadada, respondiendo pacientemente a las cartas que le envían a su sección suplicándole que señorita Melissa, la chica que quiero no me quiere, y ella les contesta que lo primero que hay que hacer es ser amigo de sus amigas para que la tarea de enamorarla sea una trabajo de convencimiento grupal. Señorita Melissa, tengo una amiga que esta enamoradísima de los locutores de radio y ella le responde que llévatela a dar una vuelta por las emisoras para que se decepcione porque una cosa es la voz y otra la persona. Señorita Melissa, tengo doce años y estoy embarazada de mi enamorado de 24, y ella le dice que no te desesperes, aunque es una situación grave tiene un arreglo y no se te ocurra el aborto, mas bien cuéntale el problema a tus padres, seguro se pondrán muy histéricos pero son los únicos que pueden ayudarte. Señorita Melissa, me voy a morir, pero no se mueren nada, sino todo lo contrario, viven para siempre en las cartas publicadas en los miles de ejemplares diarios, ella les responde sin distinción, como si todos fueran una sola persona, midiendo su respuesta de acuerdo al tamaño de nuestro destino porque solamente ella conoce lo que todos ignoramos, porque ella es la única de nosotros que ha sabido comprendernos a todos. Así es.

Andrea

domingo, septiembre 11, 2005

aquí no hay mosquitos.

Talvez lo mío no sea ganarme un premio de literatura. Con el trauma de quedarme de año por faltas excesivas en la U, el trabajo que hago a medias, la labor comunitaria que realizo en la CIG y mi escrito descuidado por una dolorosa mezcla de falta de creatividad y tiempo, en lugar de nominarme para el Alfaguara 2006 debería estarlo para el Nobel de la paz.

El trato con mi superiora en la revista ha mejorado. Ahora se arriesga a lanzarme de vez en cuando un, lo que escribe está medio decente. Tremendo halagazo. Pero cuando yo me resiento lo hago a muerte y lo único que puede remediarlo es un acto heroico por parte de esa persona.

Debo reconocer que las instalaciones del edificio son de primera, para todo se usan tarjetitas de identificación, bip para abrir las puertas de vidrios blindados que mantienen a raya al desaliento de la tarde, bip para que el ascensor que asemeja una sala de cirugías se detenga, bip para ingresar al baño en el que bien se podría comer sobre los lavabos sin riesgo de contraer una infección.

Es que esa institución es la equivalente de la Presidencia de República, pues pertenece a la asociación de los industriales quienes son los que proponen a los intendentes de la policía y la cantidad de indigentes en las calles. Reciben del gobierno favores desmedidos a cambio de servicios temporales. Señalan con el dedo a los árboles que deberán dar frutos y el sitio donde se ocultará el sol. Son un ejemplo de superación personal, la envidia de Pautemoc Sánchez.

lunes, septiembre 05, 2005

windows me.

Durante la semana pasada empecé las pasantías en una revista. Sí, yo sé que querían leerme en Soho. Tendrán que conformarse con una de baja calidad de la cual no voy a poner el enlace porque más periodístico y profesional le veo a la de Pancho Jaime. Más futuro tiene una porno.

Nunca he trabajado en un medio escrito. Así que estoy resignado a que me llamen la atención hasta por la forma de escribir, pero no como lo han hecho que ni siquiera me hacen valer lo que redacto y claro, Ricardo weblog, para servirle a usted, tiene un buen corazón pero también un mal hígado. Pero esa vieja, uno de estos días, me encontrará con las entrañas fruncidas del coraje.

La impresión del primer día fue muy buena, risita, frasecita ingeniosita y halago. Se hizo una buena idea de mí, pero todo se fue al carajo cuando me hizo agarrar un fono. Y yo que le tengo fobia a los teléfonos. Ni a mis amigos llamo. Y tocó hablarle a un señor, muy amable. Ni idea tenía lo que iba pedirle, pero ya estaba en la línea. Fue allí cuando la vieja sacó el mazo y sólo le faltó decirme, vente para acá, putita.

Me trató como a una mierda. Me dictaba lo que tenía que decir porque usted no sirve ni para una llamada. Iba a darle el teléfono para que ella misma hable. Pero me tragué el mal rato gracias al angelito espontáneo que apareció sobre mi hombro diciéndome, pobrecita, cómo debe sufrir la muy putona para que sea así. A la vez que se desgañitaba en el otro hombro el demonio diciéndome, mándala a la casa de la verga esa vieja puta. Pero tengo el defecto de que mis oídos permanecen sordos ante la voz de la razón.

Tengo una idea fija para defenderme de todo ataque, piche vieja coatlicue, no vas a hundir mi coche. Lo que más me duele de hacer las prácticas será el retrazo en lo que estoy escribiendo y el alejamiento del blogo. Viéndolo desde el lado bueno. El distanciamiento es lo mejor, mis secretos personales dejaran de ser de dominio público, almenos por treinta días.