martes, mayo 31, 2005
Estaba viendo en el Diez la novela que mi mamá ve todas las tardes y que dan a esta hora, La Madrastra de la Mafia en Matrix, se trata de una madrastra que esta metida en vainas con uno de los carteles de Cali o Medellín o será el de Monterrey, no importa, de todos modos todos son iguales, estaba persiguiendo con una pistola cargada a su hijastra que para evadirla se mete en un centro comercial que en el tercer mundo es mas o menos como quién dice una sucursal del primer mundo con su propio clima primaveral y en eso la Hijastra de la Mafia es sorprendida por un montón de matrix en las escaleras y los ascensores y los corredores y las mesas de las cafeterías y en los salones de juegos de plei estishon, por todos lados están esperando los matrix para agredirla y entonces ve como única solución pegarse un clavado suicida desde el barandal más alto del edificio y descubre para nuestro asombro que sabe volar. No es broma, eso es lo que vi.
Hice tiempo porque tengo que salir y me da harta pereza, afuera el ambiente no es nada alentador, el sol es tan intenso que ha dejado reducido a un montón de huesos petrificados a los pobres perros callejeros y en las esquinas hay montículos de arena de desierto y bolas de espinas que son arrastradas por los remolinos del viento de polvo. Tengo tanto sueño que no sé si esto que escribo lo estoy viviendo o soñando. Habrá que preguntarle a la Madrastra de la Mafia, pero cuando se desocupe de esos matrix.
viernes, mayo 27, 2005
Los días nublados en Guayaquil/Macondo son menos frecuentes que los eclipses de sol y a la vez son más periódicos que los libros que valgan la pena leer. Hoy no ha salido el sol y estoy leyendo el Código Da Vinci de Dan Brown.
Hoy estoy corto de palabras poéticas, así que sólo voy a decir dos cosas. Primera, Como nunca, esta es una tarde fría, lo suficiente para dormir. Y Segunda, estoy leyendo el Código Da Vinci que muy al contrario de lo que pensaba ha resultado ser un libro muy maldito. No recomendado para religiosos y/o jodidos. Bloggers vallenateros absténganse, fanáticos del Perreo 2004 ni lo sueñen.
En esta hermosa tarde la cabeza no me da para estar poético. El lobo feroz me ha salido al paso y ha gritado para que todo el mundo lo oyera, pinche blogger (se cree mexicano el muy cholo) te vas a quedar sin trabajo, sin U, sin plata y nunca serás un aniñado, allí te dejo con tu mundo de mierda para que veas cómo te las arreglas sin mi.
Yo no sé, pero el día que tenga plata voy a poner un letrerito en la puerta de mi habitación lujosa en el piso número 2431907549045287921034605 del Hilton, not cholos admitance.
domingo, mayo 22, 2005
La gloria de la noche e ayer se ha diluido en el agua con detergente de hoy. Pero no importa, nadie me quita de la memoria el recuerdo indeleble de lo bailado. Ayer fui al concierto de Julieta Venegas.
Hace casi veinticuatro horas abordé un taxi conducido por una señora que llevaba en el asiento contiguo a su pequeña hija dormida. Y mientras conducía a toda velocidad por el área en tinieblas de la autopista del trueno del aeropuerto me hablaba sobre lo peligrosidad de tener encuentros sexuales casuales, pero ese no es su caso, a usted se le nota que es un chico sano, me dijo. Para entonces ya le había dicho que me dirigía a una discoteca. En realidad lo que me inquietaba era la idea de estar en la penumbra en un automóvil vacío que se conducía solo con la rara certeza de estar hablando conmigo mismo mientras un avión levantaba el vuelo a pocos metros de altura.
Me esperaban mis compañeras de la U. Cuando llegué me dirigí al escenario, a la primera fila. Esperamos un rato. La música para hacer tiempo era tan intensa que tuvimos que adivinar lo que decíamos, a todo lo que me preguntaban respondía que sí sí. Y entonces, luego de un largo preludio, apareció en el escenario. Era ella, vi sus cabellos negros, su aire extraño, la densidad de su presencia, era menos conciente que nosotros de todo su poder, era mucho más doméstica que su imagen idealizada en la televisión. Se presentó, cantó y conforme pasaban los minutos se hacía más evidente la virtud de su naturaleza humana, pudimos ver el sudor del cansancio de los mortales y fuimos, al igual que ella, propensos a sentir el amor, el odio y la muerte.
Cuando escuché los primeros acordes de dime si tu quieres andar conmigo, cuéntame si quieres andar conmigo. Guardé mi cámara y canté con tanto corazón que las chicas que estaban junto a mí casi me besan de lástima y para curarme de la desilusión se me apegaban por la espalda y podía sentir a través de las telas de las ropas la densidad tibia y tranquila del sosiego.
Lo más extraño ocurrió cuando estuve de regreso a casa por el mall del sur, a bordo de otro taxi vi en un reloj publico la hora, las dos y cuarenta y seis de la madrugada. Se me pasaba el desvelo.
martes, mayo 17, 2005
Una tranquila mañana un blogger estuvo frente a una compu de un ciber. Luego de descuidar sus tareas de la U por la cual se supone que pinche vine, se puso a andar por ahí, vagando por las ciber páginas de blogs desconocidos.
Luego, su mala conciencia le dice, anda, vamos a ver que hay de bueno en las páginas porno. Para mi horror y desgracia descubrí que ahorita no se me antoja. Hijo mío, preguntó la conciencia, estás en drogas. Y luego de una exhaustiva búsqueda en la que descalifiqué al café como tal y también la costumbre de permanecer en blanco por horas y horas sobre la hoja de una agenda en la cual se supone que estoy escribiendo mi bla bla bla, me dí cuenta que no señor, yo nunca, lo que pasa es que estoy fastdiado.
Resumen de la historia: me molesta ser tratado como un número impersonal de personas. Por supuesto, esto no tiene sentido, pero así son las cosas, enfatizó la mala conciencia desconcertada mientras llenaba su arma con municiones de goma.
viernes, mayo 13, 2005
Recién empieza el día y ya tengo ganas de que se acabe pero si me acuesto en la cama voy a estar allí con la placidez tranquila de pescado varado sin pescar el sueño.
Para variar el televisor está encendido y así se quedará hasta esta noche a las doce y media cuando lo apague por unas cinco horas que es el tiempo que me dura el sueño y luego alguien vuelva a encenderlo todos los días a la misma hora para quedarse así hasta el fin de la eternidad en que se queme para siempre y haya que echarlo a la basura.
Me da no sé qué cuando escucho que alguien dice, uy qué televisor tan malvado, muy malo, hace bruta a la gente. Dios mío qué estupidez, yo no sé a quien se le haya ocurrido esa tontera, debió de ser el mismo que dijo que comerse libros lo vuelve a uno más inteligente. Por mi lado yo sería feliz con una cama y un televisor y muchas películas. No espero para jubilarme, pues desde ya tengo la enfermedad de viejo de despertarme en la madrugada y andar con sueño durante todo el día.
Los gallos y el ballenato vuelven bruta a la gente, y el perreo 2004, por supuesto.
viernes, mayo 06, 2005
Estoy escuchando Shine de Collective Soul. Me imagino que ninguno sabe quienes son esos, pero ahí está, se los dejo de tarea. Ese era mi grupo, o es mi grupo favorito desde la adolescencia y escucho esta canción luego de, no sé, diez años de haberla escuchado por primera vez.
La última vez que me enfermé de gravedad fue a la edad de catorce años. Una irritación tremenda en el brazo izquierdo me mandó para el hospital. Estuve una semana con dolores intensos pero me recuperé.
El martes amanecí con los síntomas de la gripe común. Pero a los dos días no podía ni tragar la saliva, tomar agua era un martirio. Perdí el habla y no por hablar tanto. Se me cerró la garganta por una amigdalo-faringitis muy agresiva.
Hoy me pusieron una inyección y un suero con el flujo abierto, estuve diez minutos conectado a esa cosa. Aún tengo la molestia en la garganta de la campanita de la úvula dilatada como una ciruela sin piel, sin embargo ya no me duele tanto. Lo que me dijeron es que debo hacerme el tratamiento de hoy por tres días más con la respectiva limpieza del pus de las amígdalas, no quiero dar detalles sobre eso.
En este momento siento el sabor de almizcle de las pastillas que he tomado sin parar desde hace cuatro días. Por lo pronto creo que ya voy saliendo y tengo ánimos para escribir, y aunque quisiera no podría tener un dialogo, por ahora me comunico con monosílabos, la voz no me da para más.
Y ya, eso es todo, he inaugurado esta computadora con un post. Es que ya tengo compu en mi casa. O sea, ya estoy volviéndome aniñado de a poquito. Lo malo es que me conecto con tarjetas de Internet y me da mucho cargo de conciencia de usar la línea telefónica. Es por eso que escribo esto en Word y luego me conecto.
Mañana regreso a trabajar, luego de tres días y medio de vacaciones obligatorias vuelvo a aspirar polvo. Lo único que le pido al cielo es que llueva. Me gusta cuando llueve, ya saben, Im only happy when it rains, Im only smile in the dark. Esto último viene gracias al gentil auspicio plagiado a Garbage y el Diablo Guardián.
miércoles, mayo 04, 2005
No tengo ánimos para decir una palabra y menos para soportar un diálogo, pues ahora siento que tragar saliva es un tormento. Se me ha inflamado la amígdala del lado izquierdo.
Como tengo una boca muy grande me metí un celular con foquito para ver cómo está esa cosa. Descubrí que hay unas manchas blancas con la terrible evidencia de que contienen mucha purulencia, por no decir pus que eso suena muy asqueroso.
Desde ayer por la mañana sentía una irritación en la garganta e imaginé que ya era la gripe del mes que me tocaba, pero no era. Hasta las muelas me duelen y ya tengo el estomago saturado de antibióticos.
Esta mañana llamé a Rosa, mi hermana, que es la médico de la familia y le conté el caso. Me dijo que siga tomando lo que mi mamá me dijo que tome por intuición y que me aguante el dolor, que por lo menos me va durar tres días. Además me recomendó que trague mucha saliva y que sostenga diálogos muy largos.
Pasando a otras cosas. Luego de las vacaciones me di cuenta que no me he portado muy bien con quienes digo que son mis amigos, entre ellos Patricia, que se ha visto en la obligación de recordarme en la pizarra del salón de clases algo que no puedo olvidar. Muchas disculpas por mis olvidos involuntarios, tú sabes.
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